S oy Belén, una mujer de Barcelona con el fuego en la piel y el deseo corriendo por mis venas. Llevo 20 años casada con Juan, mi cómplice, mi amante, mi todo. No somos de los que se atan a las reglas absurdas que la sociedad impone sobre el sexo. Para nosotros, el deseo es tan natural como el hambre o la sed, y lo saciamos sin culpas ni restricciones. Hace poco nos mudamos a un nuevo piso, un lugar lleno de posibilidades, y en el bajo del edificio hay una fontanería que me tiene obsesionada. Más bien, es el fontanero. Un hombre de manos fuertes, mirada traviesa y un cuerpo que me hace perder la cabeza cada vez que lo veo. No puedo evitar imaginarlo desnudo, sudando, follándome sin piedad. Hoy he decidido pasar de las fantasías a la acción. He preparado todo con cuidado: una cámara oculta en un rincón de la cocina, estratégicamente colocada para grabar cada detalle. A Juan le encanta verme en acción, y subir los vídeos a internet es nuestro pequeño ritual. Me pone aún más cachonda saber...
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