MI VIDA EN ALICANTE TIENE UN ritmo peculiar, una mezcla de calma mediterránea y un calor que parece despertar los instintos más profundos. Mi esposa, Clara, lleva años trabajando como empleada del hogar, limpiando apartamentos en un edificio elegante del centro, donde las vistas al mar y los balcones llenos de geranios dan un aire de postal. Allí fue donde conoció a Paca, una mujer de setenta años, viuda de un médico famoso en la ciudad, que vivía en un ático decorado con gusto exquisito y recuerdos de una vida plena. Nunca imaginé que aquella mujer, de cabello plateado y mirada traviesa, cambiaría nuestra vida de una manera tan inesperada. Todo comenzó un sábado por la mañana en el Carrefour de la Gran Vía. Clara y yo hacíamos la compra semanal, empujando el carrito lleno de frutas, yogures y alguna botella de vino tinto para las noches tranquilas. Mientras ella revisaba la lista, noté que una mujer mayor, elegante, con un vestido azul ajustado que marcaba sus curvas sorprendentemente...
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